La cuarta fase. La audición de la uva.


Vino Precioso. Albillo de Zerberos. 
Vino Precioso. Un vino de Zebreros. De KpiUn Vino Precioso. Hay casos en que para hablar de un vino los sentidos entran en pugna por expresar lo que sucede desde el inicio hasta esa sensación que produce la garganta unida a la nariz, el sabor, el aroma, el color,..... Por cierto. ese vino precioso se llama así. Vino Precioso.  Creo también en otro sentido. La densidad. El sonido de la caída. Un ligero baile en el aire antes de romper con sutileza la pared de la copa. Una burbuja de aire que precede a otras mil más. Oxígeno. Sonidos Alternativos. Creo firmemente en esa otra fase de cata.  La fase auditiva. El sonido que se extingue y que precede a las demás sesaciones. Es esto, o al menos yo así lo siento, algo difícil de escribir. Las sensaciones que evoca el vino comienzan a manifestarse muy pronto. Seguro que desde el envero del fruto. Yo escribo sobre la que siento en el momento en que una botella entra en la bodega. Escucho desde las ruedas del carro que transporta la caja. También como se posa en el suelo. En ese caso ya (son muchos años recibiendo vino) hasta se puede intuir si el empaquetado obedece al respeto por el contenido. Si las botellas suenan, aunque sea poco, pueden sucederse varias circunstancias. La primera es que la caja esté mal elegida por el tamaño (las botellas no quedan pegadas entre sí).
En ese caso el movimieto hace que choquen con frecuencia con lo que un elemento que debe ser lo más tranquilo posible altera este estado. Para contar las segunda debo echar mano a los recuerdos de un viaje. Visitamos una bodega antigua, recuperada recientemente, con una sala de barricas y un almacén de botellas con mucha historia. Nos explicaba Jose, el bisnieto del creador de todo aquello, que habían elegido unas botellas de vidrio grueso para evitar que un golpepudiese romper la botella con facilidad.
También nos habló de empaquetarlas para el transporte con protección adicional. Unos separadores para las botellas y una buena colocación. Esos cuidados y alguno más hace que cuando se suelte el vino en la bodega el sonido sea justo el seco de una caja tocando el suelo. Un ruido que me gusta sobre manera es el que provoca la navaja del sacacorchos al abrir el cierre de las cajas, o el despegue de las grapas o las puntas de una caja de madera. A ese le sigue el que yo provoco al posarlas en el estante de la cava de donde solo van a ser movidas para llevarlas a su último destino. La mesa. Ahí es donde se produce ese son en el que creo, el que me sugiere, el que me hace sugerir, el que me sugestiona. Es el sonido del "pssspop" del corcho precedido por el que produce el acero y el corcho al incidir el uno en el centro del otro. El ruido,.... de nuevo el ruido del sonido de la caída. De nuevo ese que sirve de antesala al sorbo, a la última manifestación sonora antes del trago, antes de que todo cobre sentido. 

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